Urkabustaiz'tar - Boxers 

    Criadores de perros bóxer desde 1964






    Sistemas de cría

    para conseguir bóxers de calidad



    Los criadores de bóxer dedicados suelen utilizar tanto la razón como su intuición a la hora de elegir las parejas de cría. Se podría decir que la crianza de perros es una mezcla de ciencia y arte en la que lo importante es la calidad y cualidades de los perros que se producen y no tanto el sistema de cría que se haya utilizado para conseguirlos. Pero distintos sistemas tienen distintos efectos a corto y largo plazo, por ello es conveniente conocerlos para elegir, en la medida de lo posible, aquel más conveniente en cada circunstancia.

    Cruces aleatorios

    Sería en realidad una especie de no-sistema en el que las parejas reproductoras se forman "al azar" sin tener en cuenta sus características particulares, genealogía o parentesco. Un ejemplo podría ser el de quien, por simple comodidad, cruza su perra bóxer con el macho de la misma raza que se encuentra cada día en el parque. Obviamente este no es un sistema que vaya a elegir un criador serio aunque alguna vez pueda darse algo similar por cruce accidental. Algún proponente fanático de la diversidad genética (muy deseable en sí misma) ha llegado a señalar este sistema como válido ya que efectivamente la maximiza, pero es obvio que es un sinsentido en la crianza deliberada de perros, donde interesa conseguir una serie de características determinadas, tanto morfológicas como de temperamento. De poco nos sirve tener unos perros muy diversos genéticamente y muy sanos si no nos gustan ni sirven para el propósito para el que fueron creados.

    Consanguinidad

    Es el cruce de ejemplares que tienen uno o más antecesores en común, ya sea en las primeras generaciones del pedigrí o mucho más atrás. Según nos alejamos generaciones van aumentando las probabilidades de encontrar nombres repetidos en cualquier pedigrí, ya que ninguna raza de perros, y por supuesto tampoco el bóxer, tiene un número ingente de ejemplares fundadores. Tengamos en cuenta que si vamos hacia atrás 10 generaciones en un pedigrí, deberíamos tener ya 1.024 ejemplares únicos, y si vamos aún más atrás en el pedigrí esta cifra va aumentando de forma explosiva, cuando en realidad la raza bóxer se creó a partir de un puñado de perros. Ningún ejemplar tiene tantos antecesores únicos como casillas un pedigrí extendido. Es interesante mencionar que hoy día los bóxer con más número de antecesores reales, no repetidos, son los descendientes de la estirpe de cola corta natural creada por el Dr. Cattanach.

    Por lo tanto, en cualquier perro de cualquier raza encontraremos consanguinidad según vayamos hacia atrás en su pedigrí. En realidad esto ocurre incluso entre los humanos, pero en mucho menor grado.

    La consanguinidad aumenta la homocigosis (alelos iguales para cada gene) y esto afecta tanto a las características deseadas de conformación y temperamento como a las indeseadas (taras, enfermedades hereditarias, ineficiencias). En la naturaleza las características indeseadas tienden a ser eliminadas de forma efectiva por la selección natural, pero en el ámbito que nos ocupa esto no es así. En contra de lo que pensó la cinofilia general desde la época Victoriana y durante unos dos siglos, no es nada fácil eliminar los defectos genéticos, más bien suele ser una pesadilla. Este es el motivo por el que considero que la consanguinidad ha de ser definitivamente descartada como método de crianza habitual y no puede ser tenida como una fórmula universal de éxito en el siglo XXI.

    Emparejamiento selectivo positivo

    Consiste en cruzar ejemplares no emparentados entre sí que sean fenotípicamente similares, ya sea en general o en ciertas características concretas que se desean enfatizar o fijar. Este sistema lleva a un aumento de la homocigosis en las características deseadas pero no en las demás, por lo que tiene una clara ventaja sobre el sistema de consanguinidad en cuanto a mantener la diversidad genética, y es un sistema de cría que reduce mucho el riesgo de que aumenten las frecuencias de genes dañinos o se manifiesten problemas ocultos.

    Al cruzar entre sí ejemplares que, sin estar emparentados, tienen las características que estamos buscando se está haciendo una importante selección a favor de los alelos que las producen, y por lo tanto se obtendrán cachorros que mayormente también lleven esos alelos y los manifiesten. Es decir, se tiende a la homocigosis en esos genes en concreto pero no en otros (los genes caninos "genéricos") que no están relacionados con esas características que estamos enfatizando. Por ejemplo podríamos buscar conseguir ejemplares con cuello largo y arqueado pero sin afectar la diversidad en otros genes en los que la homocigosis es indeseable, por ejemplo los del grupo CMH (complejo mayor de histocompatibilidad), que juegan un papel fundamental en el desarrollo de la respuesta inmunológica.

    Esta es la gran bondad del emparejamiento selectivo positivo: preserva mucho mejor la deseable diversidad/heterosis en la mayoría de los genes mientras lleva hacia la homocigosis sólo en aquellas características que nos interesan.

    Dado que el bóxer, como tantas razas caninas, adolece de escasa diversidad genética debido al pequeño número de fundadores iniciales y algunas prácticas de crianza problemáticas (principalmente sobreuso de ciertos sementales a lo largo de la historia de la raza), los criadores debemos intentar preservar la que hay.¿Cómo? dando preferencia a sistemas de cría que no la restrinjan aún más y, en la medida de lo posible, introduciendo nuevas sangres. Aquí hay que hacer un llamamiento a los Clubs de Raza y Sociedades Caninas para que no pongan palos en las ruedas a los criadores (y en definitiva a la raza), y faciliten en lugar de prohibir o entorpecer el uso de ejemplares de otras líneas, registros o países.

    Natacha Moscoso
    (2019)



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